Reventado terminó el ladrón de bancos en la última columna de Daniel Matamala, y con mucha razón, ya que lo responsabilizó de DESTRUIR la figura presidencial, por corrupto, imbecil y represor.
Para el periodista, esta destrucción del concepto de "presidente" provocó en la sociedad un vacio y una busqueda de rostros, que pudieran devolver e algo un poco de respeto a la banda presidencial "Destacada en la vitrina de una peluquería para hombres, la foto oficial de la presidencia muestra al “Compadre Moncho” calzado con la banda presidencial, y con la bandera y la cordillera de fondo. Imágenes similares han circulado en las redes en los últimos años, con figuras como Gary Medel y Charles Aránguiz ataviadas con la banda tricolor. Es un doble símbolo: el de una nostalgia y el de una persistencia.
La figura del presidente de la República es el centro de nuestra política. Así lo decidió Diego Portales al ponerlo como pivote de “un gobierno fuerte y centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud y patriotismo, y así enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las virtudes”. Esa figura sería modelo de conducta, guía autoritaria del orden, y depositaria de los sueños de una sociedad.
Así fue enumerando las razones que hicieron que este nefasto se fuera desprstigiando "Perdió poder a raudales. Los cambios más importantes de nuestra época, partiendo por el proceso constituyente, le pasaron por encima. Su agenda legislativa quedó subordinada a las pulsiones demagógicas de los parlamentarios y los partidos políticos.
Piñera convirtió a la presidencia en una institución no sólo impotente, sino también desprestigiada. La sombra constante de sus negocios personales, con el escándalo Dominga como última manifestación, hizo que la frase de Portales sobre el presidente como un “modelo de virtud”, capaz de “enderezar a los ciudadanos”, sonara a triste ironía.
Además, usó el podio privilegiado de la presidencia para repetir hasta el hartazgo frases hechas, hasta vaciarlas de cualquier contenido. Piñera les declaró la guerra a enemigos implacables y poderosos, que no respetan a nada ni a nadie, hablando del narcotráfico, de la delincuencia, de los manifestantes de octubre, de La Araucanía, del calentamiento global, del Covid, de la pobreza…
Declarando ante la fiscalía por las violaciones a los derechos humanos tras el estallido, Piñera se defendió de su declaración de guerra del 20 de octubre de 2019, diciendo que “nunca se acordó expresar esa frase en ningún comité comunicacional o político del gobierno”. “Es una frase retórica, no literal, que ocupo con mucha frecuencia. Suelo decir que estamos en guerra, procurando así identificar males que hay que combatir”.
Es increíble la frivolidad de un líder de la República que despliega a militares entrenados para matar en calles copadas por ciudadanos, en un ambiente de altísima tensión, e informa a esos militares que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso, que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite”. Pero ojo, sólo “como una frase retórica”.
Matamala ubica a la figura de Gabriel Boric como parte del fenomeno por llenar el vacio de la figura presidencial "He ahí la nostalgia. Y he ahí la persistencia de un símbolo a la espera de ser llenado con un nuevo significado.
Ese contexto explica esta primera semana de Gabriel Boric como presidente electo. Su imagen con la banda presidencial se ha multiplicado en perfiles de redes sociales, memes y stickers. El ambiente, polarizado y agresivo hasta el domingo, mutó a una avalancha de valoración a los gestos del presidente electo. El asunto escaló tanto, que Boric advirtió que “tengamos mucho cuidado de no idealizar a nadie, partiendo por mí”.